Antonio de Nebrija (Lebrija, antigua Nebrissa 1444-Alcalá, 1522), estudió cinco años en la Universidad de Salamanca antes de pasar una década becado en la Universidad de Bolonia, donde tomó contacto directo con la vanguardia del humanismo italiano. En 1476 ocupa la Cátedra de Gramática de la Universidad de Salamanca, que perderá en 1509 por sus continuas ausencias y el descuido de las clases. Al no ganar otra Cátedra de Gramática en 1513, abandona desencantado Salamanca y un año después toma posesión, por mediación del cardenal Cisneros, de la Cátedra de Retórica de la joven Universidad de Alcalá.
Nebrija había incluido ya en sus Introductiones Latinae (1481) un pequeño vocabulario de 955 palabras. En 1492 (Salamanca, Juan de Porras) publicó el Diccionario latino-español, que, como las propias Introductiones, tuvo un gran éxito y fue reeditado varias veces y adaptado a otras lenguas. En 1494 ó 1495 publicó un Vocabulario español-latino (Salamanca, Juan de Porras), que constaba de 22.500 entradas. En la edición burgalesa de su Diccionario latino-español, en 1512, el propio Nebrija introdujo reformas notables en la organización de los lemas e incorporó diez mil voces nuevas, llegando a un total de 28.000 entradas; además añadió un Diccionario Geográfico. Pero no son estos sus únicos trabajos en este campo, también elaboró léxicos de Derecho, de Medicina, Cosmología y Metrología.
En ediciones posteriores el Diccionario latino-español, el Diccionario Geográfico y el Vocabulario Español-Latino se editaron juntos con el título de Dictionarium Triplex. La subsiguiente división del Diccionario geográfico en dos partes transformó el título de las ediciones conjuntas en Dictionarium Cuadruplex, que es el que corresponde a esta edición de 1645 a cargo de Gabriel de León. A partir de la muerte de Nebrija, estas obras lexicográficas habían sido objeto de correcciones y aportaciones sucesivas, primero de sus descendientes y luego de otros personajes (López Serrano, Álvarez Sagredo y Ortiz de Luyando); en esta edición aparece un nuevo incremento cuyo responsable es Guillermo Ocahasa. Todavía deberán pasar unos años para que se rompa esta cadena de acumulación de nuevos materiales y se busque editar versiones más próximas a los originales del autor.
Nebrija conocía la tradición lexicográfica medieval (Papias, Elementarium, siglo XI; ms. 2357; Hugución de Pisa, Derivationes, finales del siglo XII, BG/Ms. 2680; Juan de Balbo Catholicon) y además el Vocabulario de Alfonso de Palencia. También maneja el léxico anejo a la gramática de Andrés Gutiérrez de Cerezo (1485) y el suyo propio de las Introductiones latinae. Pero respecto a los anteriores Nebrija supone un cambio decisivo por su concisión, por la uniformidad en la estructura de las entradas, en la ortografía, en las abreviaturas; y también por la exclusión de palabras en desuso y nombres propios no clásicos, a la vez que por la incorporación de nuevos lemas.
El Léxico latino-español está ordenado alfabéticamente. Los sustantivos se presentan acompañados de su genitivo; los adjetivos y participios aparecen mencionados en todos sus géneros; las entradas de los verbos latinos tienen una apariencia menos uniforme, 1ª y 2ª personas del presente, 1ª persona del pret. perfecto y supino, aunque en algunos casos se reduce el número de formas.
El Vocabulario Español-Latino no es fruto de un trasvase mecánico de las palabras del Diccionario, como demuestra el distinto número de lemas, cierta diferencia en el enfoque y otras cuestiones, por ejemplo, la mayor presencia de la organización por familias léxicas.
La obra lexicográfica de Nebrija supone la modernidad frente a la tradición anterior. Representa el avance de una nueva tendencia que recorrerá Europa: por primera vez se pretenden crear auténticos diccionarios bilingües (no uno monolingüe traducido, como era el de Alfonso de Palencia), en un momento en el que inevitablemente el latín se encuentra frente a las lenguas vernáculas y surgen los primeros análisis diferenciales.
Bibl.: Alvar 1992; Codoñer 2001; Colombat 2000; Esparza Torres 2009; García Macho 1987.