|GRAMÁTICAS ARAMEAS|

Teseo Ambrogio ALBONENSI (ca. 1469-1540)

Introductio in Chaldaicam lingua[m], Syriaca[m], atq[ue] Armenica[m], & dece[m] alias lingua
Pavía: Giovanni Maria Simonetta, 1539

BG/137421

 

Lo más probable es que Ambrogio degli Albonesi naciera en Pavía en 1469 y adoptara después, como nombre de humanista, Teseo. Tras un período de estudios en Milán regresó a Pavía donde se doctoró en Leyes. Sin embargo, rechazó puestos civiles e ingresó en la Orden de San Agustín, lo que le llevaría a trabajar en Roma en el círculo cercano a León X. Allí empezó a estudiar hebreo con los eruditos judíos de la ciudad, y probablemente entre ellos se encontrase Obdías Sforno, el maestro de J. Reuchlin. Cuando llegó una misión maronita a entrevistarse con el Papa, Ambrogio fue parte de la comisión dedicada a traducir el misal siriaco de los legados y con uno de ellos, el joven subdiácono Elías bar Abraham, aprendió arameo y árabe. Tras la muerte de León X en 1521 Ambrogio regresa a Pavía con la intención de publicar un salterio siriaco pero el saqueo de la ciudad en 1527 destruye su biblioteca y su proyecto. Comienza de nuevo a recopilar materiales y se mueve entre Reggio, Ferrara, Roma y Pavía; en sus viajes toma contacto con G. Postel, maestro de importantes semitistas como G. Le Fèvre de la Boderie. Finalmente no llegará a componer el salterio siriaco que pretendía pero en su lugar creará con la ayuda del impresor G. M. Simonetta su Introductio in Chaldaicam linguam, Syriacam, atquem Armenicam en 1539, un año antes de morir.

Aunque Ambrogio fue autor de un considerable número de interesantes manuscritos (una traducción latina de la liturgia maronita, un Evangelio en árabe, un vocabulario hebreo-latín…), la única obra que dio a la imprenta fue su Introductio in Chaldaicam linguam, Syriacam atque Armenicam. De hecho la Introductio constituye la primera ocasión en que tipos siriacos y armenios son impresos, y todo parece indicar que fue el propio Teseo Ambrogio quien los dibujó y cortó tomando como modelo la escritura de Elías bar Abraham para la escritura siriaca.

La inspiración de Ambrogio para componer la Introductio es de raíz mística. Como receptor y exponente de la “cábala cristiana”, Ambrogio busca una armonía universal que unifique o al menos conecte todas las lenguas y escrituras, en particular aquellas de uso semítico. La obra se abre con la descripción del alefato en esṭrangela para el siriaco, con transcripción latina y el nombre de cada letra en serṭo (capítulo 1). A continuación desarrolla los valores fonéticos y la interpretación mística de las letras de muchos alfabetos, esto es, solo consonantes en el caso de los semíticos y también vocales en las escrituras que como la latina o la copta las incluyen dentro de su inventario (capítulos 2-5). Prosigue con la exposición de los diacríticos, recogiendo los sistemas de vocalización de los alefatos (capítulos 6-7) y las letras que presentan variantes mediales y finales en su trazo (capítulo 9). A continuación comienza una serie de capítulos (10-12) dedicados a cuestiones de morfología hebrea y aramea para, a partir del capítulo 13 consagrar las páginas a la descripción del armenio. Al final del libro aparecen textos bilingües a modo de práctica y una Appendix multarum diversarumque literarum, un impresionante catálogo de alfabetos no sólo de muchas lenguas naturales sino también grafías propias de tratados herméticos y mágicos.

En suma, un lector sin conocimientos previos tendría graves dificultades para adquirir alguna soltura en arameo o armenio contando sólo con la obra de Ambrogio. La Introductio incluye materia gramatical que hoy consideraríamos ortografía y fonética, con algunas pinceladas morfológicas. La intención no es formar al lector en la lengua sino mostrar la potencialidad interpretativa que el estudio de las lenguas y en particular las escriturales orientales comporta.

La edición de un libro tan peculiar no está exenta de algunas peculiaridades. De la Introductio existen al menos dos emisiones del mismo año y todo parece indicar que en una de ellas, representada por este ejemplar, existen algunas erratas subsanadas en la otra. Los cambios afectan mínimamente al texto latino (mayúscula donde antes había minúscula, v por u en inicial de palabra) pero parecen ser mucho más significativas en la impresión de las partes en armenio y arameo. Además, en la primera emisión no aparecen completados todos los espacios dejados en el texto impreso para llenar a mano con las grafías de las escrituras para las que no existían todavía tipos. Quizá puedan atribuirse algunos de esos errores a que, como el propio Ambrogio menciona (ff. 140-141), la Introductio se compuso al dictado cuando el autor ya tenía setenta años, estando presente no sólo el impresor, Giovanni Maria Simonetta, sino muchos otros eruditos amigos de los que el autor da cuenta. Este hecho supone una auténtica rareza en la composición de libros en el siglo XVI.

La Introductio de Ambrogio no es sólo relevante para el arameo. Esta obra inaugura el estudio del armenio en Europa además de documentar en el apéndice una enorme cantidad de alfabetos. Además de escrituras propias de los texto mágicos Ambrogio recoge el alfabeto copto (llamado por él “jacobita”), el etiópico (al que denomina “indio”) o una variedad de alfabetos “etruscos”, entre los que destaca la escritura umbra de las Tablas Eugubinas, descubiertas apenas un siglo antes.

 


Bibl.: Bobzin, 2000; Coakley, 2006; Fiano, 2018; Nestle, 1904; Smitskamp, 1976, 1997; Strohmeyer, 1996; Terenzio, 1860; Wilkinson, 2007a.