Johann Buxtorf I nació en 1564 en Camen (Westfalia) y estudió en varias universidades alemanas de la Reforma antes de trasladarse a Basilea (Suiza) en 1588. Pese a su juventud, Buxtorf accedió en 1589 a la Cátedra de hebreo de la Universidad de Basilea, puesto que, con algunos viajes intercalados, ocupó hasta su muerte en 1629. La actividad científica de Buxtorf fue variada (gramáticas, diccionarios, ediciones, estudios…) pero siempre giró en torno al judaísmo. Particularmente importante fue su Jüden Schul (1603), ampliada después por su hijo, en el que de una manera polémica traza una suerte de etnografía de los ritos y costumbres de la comunidad askenazí. Su hijo, Johann Buxtorf II (1599-1664), fue pastor protestante y sucedió a su padre en la cátedra, dedicando el grueso de su actividad académica a completar y reeditar los trabajos de su padre, aunque también produjo una importante obra original, entre la que destaca su Lexicon Chaldaicum et Syriacum (1622).
La obra lexicográfica de Buxtorf es amplia, no se limita a este diccionario y muestra un interés progresivo en el arameo. El primer diccionario en el que incluyó palabras arameas fue su Epitome radicum Hebraicum et Chaldaicum (1607) que revisaría unos años después para su publicación como Lexicon Hebraicum et Chaldaicum (1615). En esta obra, que bebe no solo en contenidos sino también en estructura del סֵפֶר הַשֳּׁרָשִׁים Sefer ha-Šorašim de David Qimḥí y del Thesaurus linguae sanctae de Sante Pagnino, las palabras aparecen agrupadas dentro del lema de la raíz.
Lo mismo ocurre en el Lexicon Chaldaicum, Talmudicum et Rabbinicum, en el que trabajó en paralelo a sus otros diccionarios y, de hecho, el glosario rabínico que figura como apéndice de su Lexicon Hebraicum et Chaldaicum puede entenderse como el primer esbozo del Lexicon Chaldaicum. Buxtorf I empezó a compilar este Lexicon Chaldaicum en 1608 y su intención parece haber sido crear una obra de menores dimensiones. En 1628, un año antes de su muerte, ya tenía terminado el manuscrito y comenzado la revisión de todo el diccionario. Su hijo recibió el esqueleto del Lexicon, con las entradas estructuradas y quizá parcialmente redactadas, pero falto de la mayor parte del contenido que se puede apreciar en la forma final. El trabajo de completarlo, tal y como se puede documentar por el rico epistolario conservado de la familia Buxtorf, le llevó unos cinco años de dedicación concienzuda, lo que permite estimar en qué medida Buxtorf II contribuyó al trabajo de su padre, al que atribuye la obra.
Este Lexicon fue muy bien recibido, no solo por orientalistas con intereses más o menos dirigidos hacia la lengua, sino especialmente por teólogos. En el momento de su publicación, sobre todo en círculos protestantes, se aceptaba la necesidad de acceder a las obras judías postbíblicas, no solo por los conocimientos científicos que de ellas pudieran extraerse, como reconocía J. Buxtorf II en la Epistola dedicatoria (fol. (*)3v) de este diccionario, sino, particularmente, con intenciones de polémica antijudía. En este sentido ha de entenderse una obra como este Lexicon, que de manera explícita lidiaba con la literatura rabínica, base religiosa y legislativa de las comunidades judías.
Bibl. Burnett, 1994, 1996, 2012; Grafton – Weinberg, 2016; Olalla, 1974.