Martín Martínez nace en Cantalapiedra (Salamanca) en 1518 y se traslada a Valladolid para comenzar sus estudios. En 1544 llega a Salamanca e inicia los estudios de Teología, prácticamente al mismo tiempo que comienza a enseñar hebreo, arameo y árabe en la Cátedra trilingüe, si bien no llegaría a ocuparla en propiedad hasta 1561, año en el que también obtiene el grado de Licenciado en Teología. Unos años más tarde publicó la que quizá sea su obra más importante, Libri decem Hypotyposeon theologicarum siue regularum ad intelligendum scripturas diuinas (1565), una introducción al estudio e interpretación de la Biblia que seguía una exégesis de tipo literal, apegada a la comprensión de los textos desde sus fuentes originales. Esta obra, en la que se entrelazan teología y filología, dio pie a una denuncia ante la Inquisición, más motivada por motivos personales que religiosos. A resultas de ello se le instruyó en 1571 un célebre proceso, en el que lo acompañaron como acusados sus colegas Luis de León y Gaspar de Grajal. Martínez de Cantalapiedra sería absuelto en 1577 pero reprendido y advertido de que no pusiese la autoridad del texto hebreo por encima del latino de la Vulgata. Tras ello se retiró a su villa natal, en la que falleció al cabo de unos años.
Esta pequeña obra de menos de setenta páginas en octavo constituye un punto importante en los estudios de arameo en España, ya que parece ser la primera gramática que se imprimió en el país –la Políglota Complutense contaba con una gramática hebrea a cargo de Alfonso de Zamora, pero no con una aramea–. No obstante, este hecho no significa que estos estudios comenzasen con Cantalapiedra, puesto que poseían ya una sólida tradición tanto en el tratamiento de obras rabínicas, como en el de los targumin. Los Chaldaicarum institutionum libri tres son la principal novedad de la edición de las Institutiones in linguam sanctam (1571) y aunque el colofón de la parte aramea corresponda a 1570 y el texto estuviese terminado, como asegura el autor, en 1561, parece bastante claro que nunca circularon por separado.
La gramática de Martínez de Cantalapiedra se divide en tres libros. Al comienzo del primero acota el alcance de lo que entiende por lingua Chaldaica, a saber, el arameo de la Biblia, los textos rabínicos y los targumin. Al usar la escritura cuadrática, la misma utilizada para el hebreo, no existe en esta gramática un apartado de ortografía y fonética propiamente dicho, pero sí recoge las correspondencias habituales en las que un sonido arameo cambia respecto del hebreo. A continuación dedica el resto del libro primero a la morfología nominal y los numerales. En el segundo libro trata la morfología del verbo regular y de las formas con pronombres personales afijados, mientras la morfología irregular queda reservada para el tercero. Al final de este último libro describe brevísimamente el uso de las dictiones, término que traduce el hebreo מִלָּה milah y que subsume las categorías de adverbio, preposición, conjunción e interjección.
El desarrollo de los Chaldaicarum institutionum libri tres es el esperado y replica con las excepciones mencionadas el esquema de las Institutiones. Consiste, como la obra dedicada al hebreo, en una gramática de síntesis, muy funcional y didáctica, en la que se prescinde de citas de autores y de ahondar en cuestiones marginales. Parece que un breve tratado de estas características pudo servir de guía en sus clases de arameo que, como registran los libros de visitas de cátedra, alternaba anualmente con las de árabe.
Bibl.: García Casar, 2018b; García-Jalón, 1996a; López-Baralt – Iversen, 2006; Muñoz, 2012, 2016; Sáenz-Badillos, 1975.