Lorenzo Valla (Roma, 1407-1457) estuvo en la corte de Alfonso de Aragón en Nápoles y en 1448 volvió a Roma, donde fue nombrado secretario pontificio por el papa Nicolás V. Además de filósofo y literato y de traductor del griego al latín, destacó especialmente en el terreno de la crítica textual: probablemente fue el filólogo más brillante de su época y despertó la profunda admiración de Erasmo de Rotterdam.
Entre 1430 y 1449 Lorenzo Valla redactó varios trabajos sobre la lengua latina que reunió bajo el título Elegantiae linguae latinae. Su prefacio contiene un encendido elogio del latín. El imperio de Roma se ha perdido, pero no así su lengua, que, sin embargo, ha sufrido un gran deterioro, por lo que el latín clásico debe ser recuperado para restablecer su antiguo esplendor. Esta restauración no estorbaba el que pudiera seguir usándose como una lengua viva. Con este propósito quería proporcionar una descripción de ella tan precisa como fuera posible, analizando distintas cuestiones sobre vocabulario, etimología y sintaxis a lo largo de toda la literatura latina, desde el latín arcaico hasta el tardío, y excluyendo las manifestaciones variadas y degradadas de la Edad Media. El autor enumera la lista de los que han contribuido a ese deterioro y en este “canon nefasto” figuran Alexandre de Villedieu, Eberhardus de Bethun, Johannes Balbus y su Catholicon, junto a Isidoro de Sevilla (s. VI-VII; BG/Ms. 2238), Papias (s. XI; BG/Ms. 2357) y Hugución de Pisa (finales del siglo XII, BG/Ms. 2680), etc.
Valla reivindica la variedad interna del latín y su enorme riqueza, tanto en el léxico como en la morfología y la sintaxis, rechazando postular un solo modelo. De hecho, no hay que malinterpretar el sentido de las Elegantiae del título: se refieren a los refinamientos de la lengua, que permiten la selección precisa de la palabra o construcción que se está buscando. Valla pretende iluminar esta riqueza mediante el análisis sutil de un gran número de sinónimos cercanos, de términos emparentados morfológicamente y de construcciones aparentemente equivalentes. Su material, que a primera vista puede parecer una acumulación desordenada, está organizado de una manera novedosa: estudio morfológico de sustantivos y verbos (libro I); análisis de las otras partes de la oración (libro II); variaciones semánticas involucradas en los diferentes comportamientos gramaticales o sintácticos de los grupos de palabras (libro III); distinción de supuestos sinónimos, tanto sustantivos como verbos (libros IV y V, respectivamente); y revisión crítica de juicios erróneos repetidos en la tradición gramatical (libro VI). La obra se encuentra, por tanto, a medio camino entre la gramática y la retórica, pero no es un manual para principiantes.
El texto no estuvo libre de polémicas, de las que la más famosa y virulenta es la que sostuvo con el famoso humanista Poggio Bracciolini (1380-1459).
La influencia de las Elegantiae fue más notable en el campo cultural que en el gramatical, probablemente porque la novedad de su estructura y su dificultad innegable limitaron su difusión amplia en las escuelas. Aun así, hubo 59 ediciones desde la fecha de la primera impresión, 1471, hasta 1536.
Como podemos ver en las imágenes, este incunable posee numerosas anotaciones de Hernán Núñez de Guzmán, el Pinciano: correcciones textuales, indicación de los autores citados por Valla y, señaladas con su característica llamada en forma de mano, otras observaciones más extensas.
Bibl.: Bianchi y Rizzo 2000; Colombat 2000, Marsh 1979; Pfeiffer 1981; Rico 1978; Sandys 1908; Tavoni 1998 y 2000b.