Antonio de Nebrija (Lebrija, antigua Nebrissa 1444-Alcalá, 1522), estudió cinco años en la Universidad de Salamanca antes de pasar una década becado en la Universidad de Bolonia, donde tomó contacto directo con la vanguardia del humanismo italiano. En 1476 ocupa la Cátedra de Gramática de la Universidad de Salamanca, que perderá en 1509 por sus continuas ausencias y el descuido de las clases. Al no ganar otra Cátedra de Gramática en 1513, abandona desencantado Salamanca y un año después toma posesión, por mediación del cardenal Cisneros, de la Cátedra de Retórica de la joven Universidad de Alcalá.
El interés por el hebreo en Nebrija se enmarca dentro del programa del vir trilinguis que prefigurara Jerónimo de Estridón y recuperase el humanismo europeo, particularmente los estudiosos volcados en la filología bíblica. Es probable que Nebrija recibiese algunas nociones de hebreo durante su etapa boloñesa pero de sus escritos emana la sensación de que, junto a algún contacto con judíos o judeoconversos para solucionar dudas concretas, su formación se debe a sus lecturas, entre las que escasean los escritos gramaticales stricto sensu y predominan autores clásicos y eclesiásticos.
Se trata aquí, como el título recoge, de dos obras distintas de Nebrija que, sin embargo, siempre se han editado juntas. El De litteris Hebraicis debió de ser compuesto en torno al 1503, cuando en la dedicatoria a Zúñiga del Comentario a Persio señala el haberse apartado para cumplir con el encargo de su mecenas de una obra de sacrarum litterarum grammatice que estaba escribiendo y que ha de ser este De litteris. Esta obra no es una gramática completa de la lengua hebrea sino que se ocupa de la ortografía y la fonética, en la que establece entre los sonidos divisiones propias de la tradición grecolatina. Se deja sentir el impacto de los Rudimenta Hebraica de J. Reuchlin, aparecidos por primera vez en 1506, por ejemplo asumiendo el sistema vocálico askenazí en lugar del sefardí, propio de la península ibérica. La actitud de Nebrija hacia Reuchlin no es unívoca y mientras que le reconoce su primacía en gramática hebrea, suele acusarlo broncamente de manipular el texto bíblico, como su panfleto contra Erasmo y Reuchlin muestra. Aunque se trata de una obra de fonética preeminentemente sincrónica, es posible encontrar algunas disquisiciones de diacronía, como las que afectan a ס s o a ב b. La vinculación al texto bíblico en particular del De litteris en particular y de todo el estudio del hebreo en general se puede apreciar en la lista de hebraísmos –muchos de ellos son realmente arameísmos– en el Nuevo Testamento, lista esta emparentada con sus Quinquagenae, inventarios de pasajes en los que ha de corregirse el texto de la Vulgata a raíz de la comparación con las versiones griega y hebrea y que Nebrija compuso teniendo en mente la edición de la Políglota Complutense, si bien en general las Quinquagenae no fueron seguidas por Cisneros y su equipo.
El De accentu Hebraico es una síntesis de la Repetitio tertia, publicada en Salamanca en 1506 y, según el autor en 1515, agotada la tirada desde hace algunos años. El tema de esa Repetitio era más amplio y contenía una discusión sobre la pronunciación de los hebraísmos en latín, ausente en el De accentu, y que Nebrija incorporaría a sus Introductiones latinae. Como se puede observar en la imagen con el comienzo del De accentu (fol. CXLV: Quo tempore Introductiones…) en este opúsculo polemiza y refuta el principio dado por el gramático medieval Alexandre de Villedieu, muy influyente, según el cual todas las palabras hebreas han de acentuarse en la última sílaba.
La motivación de Nebrija para incluir estas dos obras dentro de la edición de las Introductiones in Latinam grammaticen responde a un criterio didáctico. Nebrija no dejó de notar la necesidad de unos conocimientos básicos de griego para comprender el modo en que se comportan los helenismos en latín y critica a los autores que en sus gramáticas introductorias a la lengua latina asumen una competencia erudita en griego. De hecho, en la primera versión de sus Introductiones latinae evitó conscientemente tratar los extranjerismos. Añadió esa parte a su gramática latina cuando la editó junto a su tratado de gramática griega De litteris & declinatione Graeca. Lo mismo puede suponerse para el hebreo, que según los cálculos del propio Nebrija había aportado varios millares de palabras al latín, con sus peculiaridades fonéticas, morfológicas y prosódicas, de las que se ocupan precisamente el De litteris Hebraicis y el De accentu Hebraico.
La influencia de la obra de Nebrija es difícil de rastrear. Ancladas fuertemente en presupuestos medievales, sus obras gramaticales sobre el latín, el griego o el hebreo envejecieron rápidamente, mientras que, por sus desavenencias con el proyecto de la Políglota de Cisneros, tampoco tuvo un gran impacto en la filología bíblica. Sin embargo, su modelo de gramática en el que daba un molde grecolatino al contenido de la gramática hebrea puede reconocerse en las Introductiones artis grammatice Hebraice de Alfonso de Zamora y es posible hallar cierta influencia sobre la obra léxica de Sebastián de Covarrubias.
Bibl.: Beltrán de Heredia, 1941; Gilly, 1998; Reyre, 1997; Sáenz-Badillos, 1975, 1990, 1994; Valle, 2000.